(albistea gazteleraz)
El programa contra el acoso escolar que ha puesto en marcha el Ministerio de Educación de Finlandia se ha exportado ya a más de una docena de países de todo el mundo. Por este plan, denominado KiVa, se han interesado también centros educativos de Euskadi y el propio Gobierno Vasco. Esta semana responsables del Departamento de Educación, de las ikastolas concertadas y agrupaciones dedicadas a la atención a menores en la comunidad se han reunido en Bilbao con la directora del programa internacional de la Universidad de Turku, Johanna Alanen, centro que ha diseñado el proyecto contra el bullying para el Ministerio de Educación finlandés.En el último aoñ 50 casos llegaron a la Fiscalía de Menores.
Hasta el momento son las ikastolas concertadas las más interesadas. «Estamos en fase de estudio, y es posible que lo apliquemos para el próximo curso», detallaron portavoces de Ikastolen Elkartean. En enero volverán a mantener contactos con los promotores del plan finlandés y celebrarán una jornada con todas las ikastolas de su grupo para estudiar su aplicación. Representantes de la Inspección y de Innovación Educativa del Gobierno Vasco acudieron también al encuentro con la directora del programa en la Universidad de Turku con el fin de «conocer de primera mano» el proyecto. Varios colegios de La Rioja mantuvieron de igual modo un primer contacto con los promotores del plan KiVa en su visita a España para estudiar su aplicación.
Los representantes del Departamento de Educación y de las ikastolas recibieron los detalles de este exitoso método que ya ha implantado Finlandia en el 90% de sus colegios de Primaria y Secundaria. El Gobierno finlandés decidió hace diez años que la prevención del bullying debía ser una prioridad en su política educativa. Ordenó la puesta en marcha de un plan nacional antiacoso y lo encargó a la Universidad de Turku. Este centro universitario realizó un programa contra el bullying, basado en la investigación, que se experimentó en escuelas finlandesas en 2009. Los resultados fueron espectaculares, se logró reducir en un 78% los casos de bullying en las aulas después de un año de puesta en marcha. El proyecto se ha implantado en más de 2.000 escuelas finlandesas, en nueve de cada diez, y se ha exportado a colegios de Francia, Italia, Nueva Zelanda, Países Bajos, Bélgica, Estonia, Suecia, Alemania, Luxemburgo, Grecia, Sudáfrica y Estados Unidos.
Testigos silenciosos
En España está en marcha en dos centros, de Málaga y Madrid, los dos de enseñanza en inglés, ya que los materiales -manuales, juegos, programas de ordenador...- por ahora solo están en ese idioma; aunque la Universidad de Turku ultima su traducción al castellano. Una vez que un centro, o un grupo de colegios, decide aplicarlo, los encargados de llevarlo a cabo reciben formación en Finlandia -en enero hay un curso-. Esas personas, a su vez, preparan a los docentes que se van encargarse del plan en cada escuela.
El secreto del éxito de este programa es que se actúa con los testigos del acoso escolar, que habitualmente no hacen nada para evitarlo. Ocho de cada diez acciones de bullying ocurren delante de compañeros, que ríen o callan. El problema es que los niños no saben qué hacer, no se atreven o no son conscientes del sufrimiento del menor que es sometido a actos de crueldad.
Según la investigación realizada en Finlandia, el 8% de los alumnos acosa, el 12% son víctimas y entre los testigos: el 20% refuerza en su actitud al agresor, el 24% son observadores y solo un 17% sale en defensa de la víctima. Este plan da herramientas a los compañeros para que identifiquen el bullying, sepan cómo actuar sin tener que convertirse en héroes y puedan informar del problema a un adulto sin ser considerados chivatos -hay incluso un buzón virtual, 'on line' para comunicar los casos-. Los niños aprenden a no reír las acciones del acosador, que se convierte por ello en popular y poderoso. «Si se influye en el comportamiento de los espectadores se reduce la recompensa que recibe el acosador y, por ello, su motivo para acosar», señala Alanen.
KiVa trabaja también con el acosador y la víctima. «Se habla con los dos por separado. La víctima necesita sentir que es escuchada y ayudada por los adultos de la escuela. Pero no se le intenta cambiar, haciéndole menos vulnerable», añade. Al acosador no se le recrimina en público, «porque fomentaría su afán de venganza». Se le hace «firmar un contrato en el que se compromete a cambiar su actitud» e incluso se le hace participar en trabajos con la víctima. Después hay un seguimiento semanal y riguroso del caso con entrevistas a los afectados
